Una de las situaciones que más inquieta a esferas de gobierno educativas y por ende a maestros, directores y padres de familia, es la inminente encrucijada que tenemos frente a nosotros del retorno a clases presenciales o semi presenciales a corto o mediano plazo.
Es evidente que la educación virtual se ha convertido en un tema de discusión y hasta en un conflicto para muchos hoy día. Seamos padres, hermanos, tíos o abuelos, es una problemática que directa o indirectamente nos afectará a todos.
A mí no me preocupa, qué tanto aprende o no el niño, con los métodos virtuales. Tampoco me inquieta si se están preparando bien o mal para el futuro. ¿Saben lo que si me pone a meditar? Que estos niños que han tenido que ser estudiantes virtuales durante más de un año, ya, están perdiendo la relación física con sus amiguitos, el contacto con sus maestros; y por qué no decirlo, aún el derecho de pelearse por un juguete, y resolver una dificultad con sus compañeros.
La socialización es una necesidad primaria del ser humano, que se establece en los primeros años de la vida. Esto provee salud emocional y mental a los niños y jóvenes. Es visible el deseo de los pequeños de encontrarse con sus amiguitos.
Yo me pregunto honestamente, ¿cuál sería el riesgo real de exponer a los niños al re encuentro en las aulas de clases? Los estudios más recientes, realizados durante el año 2020 y parte del 2021, muestran con claridad que los niveles de contagio en niños y pre adolescentes son muy bajos. Dentro de estos, la gran mayoría son asintomáticos y los que han mostrado síntomas, estos son muy leves. La tasa de mortalidad es sumamente baja y casi nula.
Con temor a parecer demasiado fría, pero consciente de que tengo nietos en edad escolar, y conocedora de los pros y contras, me pregunto si realmente las autoridades de salud están tratando tanto de proteger el cuerpo de los chicos, que al final lo sobrepasan sin problema; pero ignorando toda la parte social, emocional, mental y espiritual de ellos, que si podría desencadenar problemas a corto, mediano y largo plazo en el desarrollo de la vida integral de estos muchachos.
Está muy fuerte en mi corazón, observar el desarrollo de la nueva generación de este tiempo, y es mi oración constante, que nuestro Buen Dios, sea Padre para ellos en todo momento, que se manifieste a sus vidas y sea propicio a ellos en medio de la etapa tan convulsionada que les está tocando vivir, donde necesitan como nunca las muestras afectivas de sus compañeros de lucha.
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